Frío Cristal
Siempre habrá un pequeño y fino cristal que nos separe.
Siempre tendremos algo entre los dos que no nos deje juntar nuestras almas.
Siempre estaremos cada uno a un lado de ese cristal.
Pero es lo que tenemos y hace tiempo que vivo en esa certeza cruel y despiadada.
La espera es eterna, el tiempo pasa y la arena de tu reloj vuelve a caer de un lado a otro una y otra vez.
La mano del extraño se encarga de que la arena nunca llegue a su fin.
Y de esa manera, siempre detener el tiempo en sus manos para que todo quede estático, sin cambios, monótono... y siempre tenga algo con lo que golpear en sus momentos de desesperación.
Y mientras tanto, el cristal se irá enfriando y poco a poco nuestras manos se helaran al tocarlo, pues el calor de nuestros corazones no será suficiente para romper el frió helado que nos embargue.
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