Como una niña

Sus perspectivas de tener el corazón más grande acabaron por dejarla hecha solo corazón.

Empezando por enamorarse como una niña y siguiendo por confiar en otros mas de lo que confiarían ellos en sí mismos. A pesar de mantenerse en la finísima línea entre dar y tomar, esta vez, envuelta en un panorama existencial de incertidumbre e inseguridad, tanto en lo profesional como en el interminable camino del autoconocimiento, terminó haciendo caso de una voz interior ideal que le dictaba pautas y no la dejaba pensar.

La cantidad de cosas que se ha callado, evidentemente, tenía que explotar... al carajo la comprensión vestida de compasión.

Desde dejarse arrastrar y perder su propia dirección por el antojo y el capricho hasta promulgar la eternidad y hablar de compromiso, además de llorar en lugar de pensar... todos los errores posibles y típicos de las mujeres mas dependientes y empalagosas que se pueden imaginar, todos los errores de una niña.

Afortunadamente, un pequeño resorte de dignidad o sentido común le impidió alcanzar las cotas mas escandalosas -¿de qué?- de tonta o de loca supongo.

Si bien pasó unos años haciendo de mujer fatal –valga la expresión, que nunca ha sido una verdadera mujer fatal-, época en la que por cierto tampoco siempre le fue bien, ahora ya ha pasado otros cuantos haciendo practicas de santa, aunque es obvio donde duelen mas los palos.

Conclusión, si es que la hay, prefiere la lucidez a la bondad y la justicia a la generosidad.

Que se le va a hacer, se permite la excusa de que la publicidad de la felicidad de caramelo y plástico de colores es excelente, sobre todo la televisiva y la americana, ellos siempre tan limpios y guapos y majos.

Su deseo de fin de año ya se hizo realidad –el corazón ya lo tiene hinchadito, y ahora lo tiene aguantando la respiración-.

Pero siempre la devuelven a "la normalidad", al escepticismo diurno de siempre y a los sueños de noche.

Por aquí seguirá soltando uves, para que no le falte la lírica que le falta en todo lo demás.