LA SOMBRA DEL AGUA

El sitio de encuentro de los amantes que no tienen donde hablarse.
El sitio de encuentro de los desamantes que no tiene con quien hablarse.

miércoles, 11 de julio de 2007

Alguien sintio....

Bahía Blanca, 20 de Septiembre de 2005.
Cuando la noche trae presagios negativos, es mejor olvidar que tenemos un arma cargada. No son balas, no es una pistola, es la boca que ayer prodigaba cariño, amor y dulces frases, que hacían de nuestra relación un panal virgen.
Nuestra historia, que tuvo origen incierto a través del frío teclado y una helada pantalla se fue transformando en la hoguera que noche a noche reavivaba nuestros corazones.
Uno, el tuyo, dañado por las palabras y lo hechos que aquel ingrato te prodigó reiteradamente hasta que se animó a confesar que ya no eras aquella luz que le había atrapado cuando eras la estrella refulgente que contagiaba de alegría y brillo a los seres que te rodeaban. Otro, el mío, que ya no tenía dentro de sí más que los resabios de una relación que el frío de la rutina y los años de desgastante convivencia le habían colocado una lápida terminal.
Conocernos, fue la oportunidad de creer en algo nuevo. Reverdecer cada una de las hojas que volvieron aquel frágil y escuálido árbol en un hermoso refugio para las aves que lo transformaron en su morada.
Pero aquellos trinos se tornaron en grito amargo, los fuertes brazos poblados de savia en duros tentáculos que atraparon y oprimieron dos corazones solitarios que creían haber vuelto a la vida.
¿Seremos capaces de recordar cada una de las risas, las confidencias y aquellas lágrimas amargas de dolor que supimos compartir?
¿qué nos pasó? ¿Cómo dejamos que ese futuro tan venturoso se transformase en este presente tan poblado de dolor y angustia?
¿Olvidamos que una pareja, de amigos, de amantes o tan solo de conocidos ceden, hasta lograr ese frágil equilibrio que los transforman en algo más que dos solitarios unidos por un ideal común.
Hoy, que cada uno elige aquello que cree mejor o que el miedo le impide elegir, me he dado cuenta que no pude llegar a darte todo aquello que necesitabas.
Me duele quererte, me duele extrañarte, pero se al fin que jamás seré aquel ser que necesitas a tu lado.
Que la distancia separa, mentiras;
que la ausencia interrumpe, patrañas;
tan solo me queda el recuerdo de una voz cálida, un rostro de ángel que me cautivó, y un corazón que jamás confió lo suficiente en él mismo para darse por completo.
Alguien que guardó para sí el dolor más íntimo y que no se atrevió a compartir las lágrimas más amargas que la vida puede darte.
Es casi una certeza que no volveré a escucharte, es tan real como doloroso que ya no querrás siquiera mirarme, pero es tan cierto como cada una de esas frases que fui capaz de desnudar un corazón hasta el extremo de amarte.
En esta noche tan cálida como aquella en que nos conocimos empiezo a despedirme de ti, prolongando la agonía de un amor tan grande como solamente lleva a un hombre a llorar por su corazón herido.
Quizá lo leas, quizá alguien te comente lo que hoy dejo aquí a modo de legado para cada uno de aquellos que han tenido en su alma un dolor tan grande como el que provoca perder a quien se ama.
Un beso enorme de quien jamás te olvidará.
Alejandro Javier Sallago

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